jueves, 20 de septiembre de 2007

El diablo se ha escapado

"Había una vez un labrador valenciano al que todas las cosas le salían mal; la buena suerte al parecer, no quería aliarse con aquel hombre. Llego a perder la considerable hacienda que le dejaron sus padres y un día, visiblemente desesperado y viéndose casi en la miseria, exclamo con todas las fuerzas que le quedaban

¡ Me vendería al diablo!


Al momento, como nacido en el mismo aire, apareció ante el un extraño caballero. Iba vestido de negro, con gran cuidado y despedía un ligero olor a azufre.

¿ Que has dicho?
¡

Que me vendería al diablo!

¿Por qué? Preguntó el misterioso personaje.


Porque antes de verme en la total indigencia prefiero pactar con Satanás.


Pues aquí me tienes.


¿Tu. ? ¿ Tú eres Satanás? ¡No te creo! ¿Me estas engañando?


¿Es que acaso no has visto que he aparecido de la nada?
Pídeme lo que desees y té lo concederé ¿Qué quieres?

Oro mucho oro... pidió el campesino.

De acuerdo lo tendrás aseguro el maligno. Y se mostró dispuesto a satisfacer el deseo del campesino si, transcurrido cierto tiempo, le entregaba su alma y le ofreció una bolsa de la cual podría sacar cuanto oro se le antojase.

El labrador acepto la transacción prometiéndole entregar su alma y su cuerpo a Satanás cuando no hubiese algarrobas en el algarrobo.
Pasaron el invierno y la primavera. Nuestro hombre se encontró más rico que jamás pudo soñar; disfrutaba alegremente de su fortuna pero no olvidaba su obligación de socorrer a cuantos
acudían a él con demanda de alimentos o económico.

Vino agosto y el calor hizo madurar las algarrobas.
Cuando se hubo terminado la recolección, el diablo se presento de nuevo. Pero no fue recibido con lamentos, ni gritos ni desesperación, como solía ocurrir en circunstancias semejantes, sino con buen humor cosa que le hizo sentirse algo preocupado ante tal recibimiento. Como el labriego no diera muestras de que había llegado la hora de cumplir su pacto que tuvo con Satanás, este le dijo que no quedaba por recoger ni una algarroba en toda la comarca. Comenzaron a discutir, uno decía que había cumplido el tiempo convenido, el otro pensaba que no.

Y como ninguno daba su brazo a torcer, decidieron dar una vuelta po
r el campo. ¿ Ves como no ha quedado ni una algarroba anunciaba el diablo mirando en su entorno. Y el campesino, señalando las tiernas algarrobas, las que brotan por San Juan, después de que el árbol florece por la primavera, exclamo: ¿ Y eso que es? Cuando Dios quiera que en un año no nazcan, ven por mí. Pero mientras antes de madurar un fruto este otro esta en camino, no se cumplirá el pacto.

El diablo echando, echando fuego por nariz y boca, se marchó furioso, maldiciendo al árbol por culpa del cual había sido engañado por primera vez. Des
apareció dejando un fuerte olor a azufre. "


El diablo, cuando me tienta, tiene cuerpo de mujer

Hay muc
has otras leyendas que nos explican que modo se engaña al diablo. Estas leyendas son nacidas por nuestra cultura judeocristiana. Esta leyenda del algarrobo, es muy tradicional en las zonas secas del interior de valencia, pero hay mas, prácticamente en toda la geografía nacional, las leyendas del diablo y el puente de piedra, la garita del diablo, la garganta del diablo, el callejón del diablo, el diablo de cristal y la cutre moderna leyenda urbana... algún día hablare de las leyendas urbanas, del diablo en la discoteca.

Fausto y la leyenda de Mephistopheles son su aparición estelar en el mundo internacional.
Lo que algo deja sentado estas leyendas, es que de un modo u otro, todos estamos orientados a hacer el mal y si no lo hacemos es el miedo al castigo, sea el castigo humano o divino. Las leyendas de la burla al diablo, son, en resumen, leyendas que nos cuentan el mito mas profundo, la perversión más honda, el mayor logro morboso.
.. hacer el mal y librarnos del castigo.

¿Somos pues malos por naturaleza?, ¿Estamos basados en convencionalismos sociales pactados para no realizar aquello que consideramos malos?. Son los clásicos cogidos éticos de conducta (Hammurabi, mandamientos, suras, leyes) los que nos mantienen a raya a la hora de decidir sobre el bien y el mal.

En resumen, si encontráramos el modo de eludir el castigo ¿Seriamos perversos por naturaleza?

2 comentarios:

kalidoscopi dijo...

No sé si seríamos malos y perversos por naturaleza, pero creo que lo que si que haríamos es "ir a la nuestra", sin importarnos nada si con ello perjudicamos a los demás.

Anónimo dijo...

La discusión que se abre no es nueva.Es el viejo conflicto entre la educación y la libertad.La lucha entre la necesidad de fijar, enseñar y establecer normas por un lado; y el confiado laiseer-faire (dejar hacer), por el otro.Lo más normal es que cada persona adulta actúe en pos de ser más feliz, en la dirección de sentirse más satisfecha en su vida.
Viene al caso "La falacia de la ventana rota".Seria un error pensar
que un niño hace una buena acción al romper el escaparate de una tienda, basándonos en que el tendero, al reemplazarlo, dará trabajo a un vidriero;y que éste,a un vez, al usar el dinero para comprar materia prima, dará empleo a otros,creando una cadena de beneficio mutuo.
Cuando el diablo tienta en esos dominios, la vida por lo que sea tiende a ser más dulce.

una de Almeria