lunes, 22 de octubre de 2007

¿Tecnología o vida?

Hace unos años ¿quince? Vi mi primer teléfono móvil, en aquel momento era un cacharro enorme con una batería que pesaba un quintal. Tenía antena exterior de unos 20 centímetros y había que instalarlo.

Hoy en día, los móviles son una herramienta de uso general, hay competencia de marcas y mercados y casi nadie capaz de manejarlo se abstiene de tener uno.

Adecuamos nuestras vidas a las herramientas que tenemos disponibles sin pensar, que en ocasiones, nos falta la herramienta y no podemos mantener el ritmo de vida.

Recuerdo ahora la intensa y dramática escena de Chuck Nolan, brillantemente interpretado por Tom Hanks en la película Naufrago, cuando el personaje en la escena final se abduce mirando y accionando un simple mechero. Tecnología del fuego en la mano que el personaje no tenía.

Se me ha estropeado el móvil, nada serio, solo se ha “rayado” el software, he llamado al fabricante, y me dice que no es problema, que conecte el móvil al PC y que por mail me dan las instrucciones de reinstalarlo, eso sí, voy a perder todo aquello que no está en la tarjeta “sim”.

Y digo yo, no es problema porque tengo correo electrónico, internet, cable de conexión e instrucción suficiente para entender de qué me están hablando, si no fuese así.... si que sería un problema.

Damos por sentado que tenemos autobuses, trenes, coches, mecheros, televisión, electricidad, teléfonos, medicamentos, radios etc.

No os preocupéis, amables lectores, ya viene mi reflexión. Vivimos en el mar de la vida sobre la tabla de surf de la tecnología, sin zambullirnos en el mar de las vivencias, en definitiva en un lenguaje castizo, sin mojarnos.

Nuestra cultura occidental, capitalista y neoconservadora prosigue su marcha inexorable hacia un mundo cada día más sofisticado y artificial, generando en los países emergentes la misma fascinación y culto al dinero, la prisa, la movilidad, el consumo, la competitividad, el trabajo deshumanizante, la acumulación, el éxito, en una palabra la artificialidad de la vida.

Hemos sustituido el sabor de un café por la cocina de diseño, hemos cambiado la conversación por el chat y los ateneos culturales por los blogs.

Si recordáis mis lectores, no es la primera vez que me quejo personal e íntimamente de la artificialidad de la vida y me siento escribiendo este texto un poco hipócrita, dado que recientemente he cambiado de coche, y dentro de las posibilidades que disponía, he optado el que mas gadges me ofrecía, incluso el DVD para los niños que no tengo. Sin embargo, creo que poco a poco me voy inclinando a una vida más tranquila, un pueblo contra una ciudad, un paseo frente a una escapada con coche, un beso antes que una cena en un restaurante y compartir antes que la libertad.

3 comentarios:

Jo mateixa dijo...

No quiero echar piedras sobre mi propio tejado pero....
¿todo esto, no será la edad???

Bromas aparte. Comparto tu reflexión.

kalidoscopi dijo...

No creo que sea la edad, creo que más bien es que, a medida que tenemos más edad, sabemos saborear mejor los pequeños placeres que nos ofrece la vida. Te recomiendo un libro que leí hace unos cuantos años: El primer glop de cervesa, i altres plaers minúsculs.Philippe Delerm. (Supongo que está traducido al castellano).

Anónimo dijo...

Sigue disfrutando de los pequeños placeres y la vida tranquila ya que la tecnología te ha vuelto a dar la espalda.

L.